«Estaba acorralada. Me encerró en la casa», cuenta. EL ESPAÑOL la entrevista días antes del juicio a su agresor, para el que piden diez años de cárcel.
María Isabel cuenta que dio un salto al vacío para salvar la vida. Para evitar morir a golpes o acuchillada. Un salto al vacío desde un segundo piso con tal de huir de su agresor.
Isa, como la llaman, estaba presa del pánico, vio aquella ventana abierta y se lanzó.
– Estaba acorralada. Me encerró en la casa, me pegó un puñetazo y me siguió con un cuchillo mientras decía ‘te voy a matar, hija de puta’. Yo vi aquella ventana y …
Lo que Isa no sabía -cómo iba siquiera a intuirlo en ese momento- es que su escapatoria, su ansia por sobrevivir, iba a hipotecar también el resto de sus días.
Ocurrió sobre las 10.30 horas de la mañana del 2 de noviembre de 2018. Isa, por entonces con 46 años, estaba limpiando la vivienda de Francisco M., con quien había mantenido en 2002 una relación sentimental que duró un año.
Luego, durante los años siguientes, se vieron alguna ocasión que otra. Pero nada serio, encuentros esporádicos. Algo similar sucedió esa vez: se vieron el día anterior y pasaron la noche juntos en compañía de otro amigo. Los tres estuvieron en la casa que Francisco tiene en Marbella (Málaga).
Esa mañana, cuando los tres despertaron, Francisco M. llevó con su moto a aquel amigo hasta donde éste le pidió. Al volver a su casa, se encontró de nuevo con Isa, que seguía recogiendo el inmueble. Nada más llegar, Francisco M. le preguntó por su cartera y por una droga que tenía en el piso. No las encontraba. Entró en cólera.
Ella rogaba que le abriera y la dejase marchar. En un momento dado, Francisco M., que había echado varias cerraduras de la puerta principal de su vivienda, empuñó “un cuchillo de grandes dimensiones”.
Isa, en su intento de huida, vio una pequeña ventana abierta en una de las habitaciones de aquel piso. Corrió hacia ella y se precipitó a la calle. Fruto de esa caída, la mujer quedó tetrapléjica.
«No era una amenaza»
Este pasado miércoles, Isa atendió a EL ESPAÑOL en presencia de dos de sus hermanos, Sandra y Rafael. Ambos se emocionan cuando vuelven a escuchar el crudo relato de ella.
De vez en cuando, la mujer rompe a llorar. Como sigue fumando, alguien le tiene que extender un cigarrillo hasta la comisura de los labios enganchado en unas pinzas.
– Vi que aquella era mi salvación y salté. Fue inocentemente, por las ganas de escapar de él. En el suelo, tirada, ya no sentía nada de mi cuerpo.
– ¿Pensó que la iba a matar?
– Venía con el cuchillo detrás. Me tiré por salvar la vida. Si no lo hago, me mata. No era una simple amenaza.
– ¿Qué pasó con la cartera y la droga?
– Yo no robé nada. Tampoco tomé drogas.
Cuenta lo ocurrido
La Policía Nacional detuvo a Francisco M. esa misma mañana. Al día siguiente, el juez de guardia lo dejó en libertad. Algunos vecinos declararon haber escuchado la agresión, las amenazas y el posterior golpe del cuerpo de la mujer contra el suelo.
Isabel, que se encontraba hospitalizada en estado crítico, no pudo contar su versión de los hechos. Lo haría en torno a dos meses después ante el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Marbella, que ha instruido el caso. Fue entonces cuando explicó lo ocurrido.
– ¿Le había pegado alguna vez con anterioridad?, pregunta el periodista.
– Una. Y alguna amenaza. Pero no denuncié. Es una persona muy violenta con los demás. Es embaucador, agresivo y muy peligroso.
– ¿Alguna vez pensó que iba a llegar tan lejos como aquella mañana?
– Yo tenía la idea de que, con el tiempo, me iba a hacer algo. Y mira, mira si lo hizo. Dejarme en silla de ruedas.
Tras quedar tetrapléjica, Isa vivió un doloroso periplo por varios hospitales andaluces. Primero ingresó en el Costa del Sol malagueño, donde pasó un mes y medio en una UCI. Le tuvieron que practicar una traqueotomía. Tenía los pulmones llenos de mucosidad.
De allí la trasladaron a Sevilla, al Hospital Virgen del Rocío, y, más tarde, al hospital privado San Juan de Dios, en Bormujos, donde se trata a pacientes con daño medular. Ahora, Isa se encuentra en una residencia cerca de su familia.
“Ni los médicos ni nosotros pensábamos que iba a seguir con vida”, asegura Sandra, la hermana de Isa, mientras con la palma de su mano derecha le retira el pelo de la frente. “Si llega a morir, quizás nunca se hubiera hecho justicia”.
40.000 euros
La familia de Isa lleva ya más de 40.000 euros gastados desde que la mujer fue agredida. “Estamos tirando de la pensión de mis padres. Imagínate: hoteles, desplazamientos, pisos de alquiler para estar cerca de ella, ahora la residencia…”, cuenta Sandra, aquejada de ataques de ansiedad en los últimos meses. Asegura que a su hermana todavía no le han aprobado la ayuda por la Ley de Dependencia ni tampoco una paga no contributiva que le han solicitado.
Sandra explica que, durante la instrucción del caso, el presunto agresor de su hermana no se presentaba a las citaciones en el juzgado, por lo que se acabó dictando una orden de detención. Sandra, que sabía por dónde se movía, ayudó a la Policía Nacional a dar con él.
Se recogió el pelo, se puso una gorra, lo siguió de cerca por la calle y llamó a los agentes para ofrecerles la ubicación exacta del acusado, que acadó detenido. Pese a todo, Francisco M. siguió en libertad con cargos. En los dos años y medio que han transcurrido desde los hechos no ha ingresado en prisión. Tiene una ristra de antecedentes policiales, entre ellos por maltrato.
Este próximo lunes, la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Málaga acoge el juicio por aquellos hechos. Tanto la Fiscalía como el abogado de Isa, Manuel Novella, han solicitado que se imponga al acusado diez años de prisión por un delito de homicidio en grado de tentativa.
El fiscal solicita una indemnización para la víctima que roza el medio millón de euros por las lesiones sufridas, la secuelas y el daño moral. La acusación particular la eleva hasta los 700.000 euros.
«Tiene que pagar»
– ¿Cómo está ahora mismo, Isa?
– ¡Cómo quieres que te diga, mi niño, cómo quieres que te diga! Fatal, hecha polvo.
– ¿Se siente feliz por seguir viva?
– Sí. Es lo único que vale la pena. Por mí y por mi familia, que está conmigo.
– ¿Qué le diría si lo tuviera delante?
– Que tiene que entrar en la cárcel, que tiene que pagar. El juez lo tiene que meter dentro. Yo no quiero que le haga esto a otras muchachas. No quiero que nadie viva lo que me ha pasado a mí. Espero que mi sufrimiento sirva para salvar otras vidas.
Isa y su presunto agresor se conocieron hace 19 años. La mujer pasaba por una mala racha. El menor de sus tres hermanos acababa de morir en una obra. Le cayó encima un palé con materiales de construcción. Fue un golpe muy duro para la familia.
En 2018, cuando Isa quedó tetrapléjica, la víctima estaba en paro, residía con sus padres, que siguen vivos, y llevaba una vida “muy tranquila”.
Ahora vive condenada a pasar el resto de sus días entre la silla de ruedas y la cama. “Aunque se haga justicia, que la espero con ansias -afirma su hermana Sandra con los ojos llenos de hilos de sangre- la desgracia de todo esto es que Isa va a seguir así hasta que muera”.